El COVID-19 ha tenido una fuerte influencia en nuestras vidas, en la forma de socializar, de trabajar, de estudiar, y, en definitiva, de cómo conceptualizábamos el mundo como un lugar seguro. Así, ya hemos podido comprobar tanto en nuestro círculo cercano como en nosotros mismos las consecuencias a nivel emocional de esta pandemia, cómo los niveles de ansiedad y depresión se han visto aumentados. De hecho, estudios recientes (Mary-Krause Id et al., 2021) indican no sólo que han aumentado los casos de ansiedad y depresión como ya se sabía (18-20% del incremento) si no que este número es aún mayor, comprobando que las cifras alcanzan hasta un 27% de prevalencia.

Además, ser mujer joven, tener un bajo nivel socioeconómico y una falta de red de apoyo son factores de riesgo que provocan que el desarrollo de esta sintomatología se agrave.

¿Por qúe el Covid-19 ha afectado tanto psicólogicamente?

El impacto de la situación vivida a raíz del COVID-19, y en especial a causa del confinamiento en forma tanto de síntomas físicos como psicológicos, está teniendo repercusiones sociológicas y económicas importantes. Estudios recientes consideran la pandemia del COVID-19 como un evento traumático, ya que reúne todas las
características que enuncian los principales manuales de psiquiatría (AsociaciónEstadounidense de Psiquiatría, 2014) : se trata de una situación en la que las personas están expuestas a una muerte inesperada de un ser querido o propia, por una enfermedad infecciosa que puede poner en riesgo nuestra vida. Así, la exposición a eventos traumáticos, conlleva el desarrollo de sintomatología como emociones negativas persistentes, dificultades para dormir, sensación de tensión o hipervigilancia continua, evitación de situaciones temidas, etc.

Por ello, no es de extrañar que hayan aumentado los diagnósticos de trastornos relacionados con el trauma en todo el
mundo, especialmente en personas que han sobrevivido a la enfermedad o trabajadores sanitarios: las personas que más de cerca han vivido la enfermedad. Un grupo especialmente vulnerable al sufrimiento de síntomas postraumáticos a causa de la pandemia son las personas con diagnóstico previo de trastorno de ansiedad por enfermedad.

Conocida comúnmente como hipocondría, las personas que padecen esta condición presentan temores giran sobre la posibilidad de estar padeciendo alguna enfermedad. Esta población ha sufrido de forma más intensa los efectos de
esta pandemia: han visto aumentado notablemente su nivel de ansiedad, provocado por el miedo a ser infectado, incremento problemas para dormir, además de las dificultades para seguir su tratamiento psicoterapéutico de forma habitual (Coloma- Carmona & Carballo, 2021) .
Otra de las consecuencias que el confinamiento a causa del COVID-19 que preocupa tanto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como a UNICEF es el tiempo que los jóvenes dedican a las pantallas. El que los adolescentes se hayan visto con menos oportunidades de socializar, ni siquiera en clase con los compañeros, conlleva un aumento en las dificultades para su regulación emocional. Esto se traduce en un incremento de la irritabilidad, ansiedad, tristeza, desesperanza, conductas disruptivas, incluso autolesiones o comportamientos suicidas.

Así, el uso de las tecnologías ha podido ser útil como un mecanismo para mantener el contacto social, tan importante en esa etapa evolutiva que es la adolescencia. Sin embargo, el uso sin una supervisión ni control del screentime puede llevar a el desarrollo de una adicción a las tecnologías, uso problemático de las redes sociales, o ser más vulnerable a la
perpetuación o sufrimiento de cyberbullyng. Además, los adolescentes con problemas de salud previos son aún más vulnerables de caer en este mal uso de las tecnologías.

Problemas psicologicos por uso inadecuado de la tecnologia

Estudios recientes, indican que durante la pandemia, los adolescentes han incrementado el tiempo dedicado a los videojuegos y a las redes sociales, tanto en los fines de semana como durante los días escolares. Muchos adolescentes aumentan el uso de la tecnología como un medio para tratar de regular su ansiedad y estrés, como una forma de evitación de los propios pensamientos o problemas que dan lugar a ese malestar.

Sin embargo, este intento de solución no sólo no es efectiva sino que es problemática: se ha comprobado que el aumento de tiempo dedicado a la pantalla correlaciona con niveles más bajos de felicidad (Werling et al., 2021) .
Por todo ello, es fundamental, ahora más que nunca, escucharnos, atender nuestras propias necesidades y cuidarnos. Desde aquí queremos señalar la importancia del autocuidado, del mantenimiento de hábitos saludables, del apoyo en nuestros seres queridos y la solicitud de ayuda psicológica o psiquiátrica si aparecen algunos de los síntomas comentados a lo largo del artículo.

Además, recordamos las siguientes recomendaciones proporcionadas desde el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid
(2020) :

  1. Identifique pensamientos que puedan generarle malestar. Pensar
    constantemente en la enfermedad puede hacer que aparezcan o se acentúen
    síntomas que incrementen su malestar emocional.
  2. Reconozca sus emociones y acéptelas. Si es necesario, comparta su situación
    con las personas más cercanas a usted para encontrar la ayuda y el apoyo que
    necesita.
  3. Cuestiónese: busque pruebas de realidad y datos fiables. Conozca los hechos y
    los datos fiables que ofrecen los medios oficiales y científicos y evite
    información que no provenga de estas fuentes, evitando información e
    imágenes alarmistas.
  4. Informe a sus seres queridos de manera realista. En el caso de menores o
    personas especialmente vulnerables como ancianos, no les mienta y
    proporcióneles explicaciones veraces y adaptadas a su nivel de comprensión.
  5. Evite la sobreinformación, estar permanentemente conectado no le hará estar
    mejor informado y podría aumentar su sensación de riesgo y nerviosismo
    innecesariamente.
  6. Contraste la información que comparta. Si usa redes sociales para informarse,
    procure hacerlo con fuentes oficiales.

Referencias:
Asociación Estadounidense de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales (DSM-5) (5 a ). American Psychiatric Publishing.
Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, COP. (2020). Recomendaciones dirigidas a la
población para un afrontamiento eficaz ante el malestar psicológico generado por
el brote de Coronavirus-COVID 19.
Coloma-Carmona, A., & Carballo, J. L. (2021). Predicting PTSS in general population
during COVID-19 pandemic: The mediating role of health anxiety. Journal of
Affective Disorders, 294, 329–336.
Mary-Krause Id, M., José, J., Bustamante, H., Andersen, A. J., Aarbaoui, E., & Melchior,
M. (2021). Impact of COVID-19-like symptoms on occurrence of
anxiety/depression during lockdown among the French general population. PLoS
ONE, 7(16). https://doi.org/10.1371/journal.pone.0255158
Werling, A. M., Walitza, S., Grünblatt, E., & Drechsler, R. (2021). Media use before,
during and after COVID-19 lockdown according to parents in a clinically referred
sample in child and adolescent psychiatry: Results of an online survey in
Switzerland. Comprehensive Psychiatry, 109, 152260.
https://doi.org/10.1016/j.comppsych.2021.152260

Un comentario

  1. Me parece vital el mantenimiento de hábitos saludables y sobre todo algo con lo que creo que vemos como tabú en ciertos sectores de edad el tema de ayuda psicológica….

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