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La disociación: una desconexión de la realidad

En esta ocasión queremos hablarte sobre el mecanismo de disociación. Se trata de un recurso de adaptación de nuestro cerebro para protegernos, que puede ser un arma de doble filo.

Claramente, para la inmensa mayoría de las personas o quizás todas, atravesar por una situación traumática no es nada fácil. Se genera un gasto emocional, y a veces físico, que suele ser bien elevado… tanto que algunos llegan a preguntarse si podrán superar el evento traumático.

Sin embargo, en algunas ocasiones el camino que encuentra nuestro cerebro para enfrentar el trauma es la disociación.

¿Qué es la disociación?

La disociación es un mecanismo adaptativo que separa nuestra mente de la realidad. Suele ocurrir cuando un evento sobrepasa nuestros recursos psicológicos de afrontamiento. En síntesis, se trata de una especie de “distanciamiento” que reduce el impacto emocional (tensión, miedo y dolor del momento).

Por ejemplo, la disociación emerge en personas que experimentan situaciones de violación, de las cuales no pueden escapar. Es allí, donde se activa este mecanismo de forma instintiva cuando el inconsciente comprende que no hay salida. De modo que, el mecanismo de defensa consiste en una especie de parálisis física y un estado de anestesia emocional.

Algo similar sucede cuando una presa activa este mecanismo de manera innata para evitar que los depredadores sigan atacando.

Cuando un evento supera nuestra capacidad de respuesta, nuestra mente termina evadiendo de la realidad, es así de simple. Psicológicamente lo que sucede es que el cerebro emocional responde ante la situación traumática desconectando el córtex anterior.

Por lo tanto, no podemos regular nuestro comportamiento conscientemente.

La estructura que nos permite dar significado a nuestras experiencias, funcionamiento del hipocampo, es inhabilitada por la producción de cortisol. El origen de esta sustancia es la amígdala, el principal centro emocional del cerebro.

Además, se activa la producción de opioides, unos neurotransmisores que actúan como un anestésico natural. Los cuales permiten soportar mejor el dolor físico y/o emocional.

Todo esto provoca en las personas que experimentan un estado de disociación ante una experiencia traumática, las siguientes características comunes:

  • Ausencia de expresiones corporales de dolor.
  • Perdida de la memoria (resulta muy difícil recordar lo sucedido).

Síntomas de una persona que padece disociación después de un episodio traumático

Los síntomas que pueden aparecer en una persona disociada debido a una situación que superó su respuesta emocional son:

1.      Pérdida de memoria

Luego de un episodio traumático, es natural ocultar en el inconsciente o “borrar” los recuerdos del suceso.

Esto surge a modo de mecanismo de defensa. Nos permite “archivar” el trauma hasta sentirnos preparados para enfrentarlo.

En algunas ocasiones, estas lagunas de la memoria suelen ser ocupadas con vivencias que en realidad no ocurrieron. Con la finalidad de darle un sentido coherente a la historia, y explica por qué recordamos situaciones que nunca sucedieron.

Estas lagunas de memoria aparecen de forma abrupta y pueden durar algunas horas, días o incluso años. Todo depende del impacto emocional del episodio y de nuestra fortaleza mental para afrontarlo.

2.      Anestesia emocional

Resulta que, cuando el impacto emocional del episodio traumático es muy fuerte, se produce una especie de anestesia emocional. ¿Qué quiere decir esto?

Muy simple, se trata de un mecanismo de defensa que sirve para protegernos de nuestros recuerdos. En resumen, entramos en un estado de desapego y desconexión, parcial o total, independientemente del tipo de evento (negativos o positivos).

Incluso, esa anestesia emocional puede ser tan marcada que podemos llegar a sentirnos ajenos a nosotros mismos. Es decir, vivir lo que nos sucede en tercera persona, “viendo los toros desde la barrera”, como en una película.

3.      Pesadillas

Al vivir una experiencia traumática que sobrepasa nuestra respuesta emocional, solemos aislar el episodio de nuestra mente consciente. Sin embargo, nuestro inconsciente puede traer pequeños flashes del episodio traumático en forma de pesadillas.

Esos flashes no suelen ser imágenes directas de lo ocurrido, antes bien, son representaciones ficticias que hacen referencia al trauma.

4.      Síntomas psicosomáticos

Cuando una persona está disociada, en la mayoría de los casos, se desarrollan problemas psicológicos que afectan la salud física. Por ejemplo:

  • Molestias gastrointestinales.
  • Dolores musculares.
  • Trastornos dermatológicos.
  • Alteraciones metabólicas.
  • Otras enfermedades psicosomáticas más complejas.

Las consecuencias de la disociación

La disociación nos permite sobrellevar experiencias traumáticas hasta el momento en que podamos afrontarlas. Sin que eso represente para nosotros un gasto emocional demasiado alto.

Sin embargo, si la disociación se mantiene y no logramos superar el episodio traumático, pueden desencadenarse trastornos más complejos, como:

1.       Amnesia disociativa

Se trata de un trastorno caracterizado por la incapacidad para recordar eventos importantes de nuestra vida. Normalmente, que poseen un carácter estresante o traumático.

La amnesia disociativa provoca un estado de confusión e inseguridad en la persona que lo padece. Y, no solo afectará la estabilidad emocional de éste, sino que también le impedirá mantener relaciones sociales asertivas y duraderas.

2.      Trastorno de identidad disociativo

También conocido como trastorno de múltiples personalidades. En el cual se hacen presentes dos o más estados de la personalidad bien definidos que se exhiben indistintamente.

Con cada personalidad adoptada, nuestras preferencias, actitudes y perspectivas cambian. Por lo tanto, comenzaremos a sufrir lagunas de memoria con los episodios recientes. Y, como consecuencia, descubriremos evidencias de cosas que no recordamos haber hecho.

3.      Trastorno de despersonalización

Quien padece este trastorno experimenta una sensación de extrañez y falta de familiaridad con su cuerpo o acciones.

Incluso, se puede sentir que estamos dentro de un cuerpo que no nos pertenece. O, experimentar un distanciamiento del entorno. En cualquier caso, la persona siente en un estado de fantasía.

Culpabilizar a las víctimas por no defenderse: ¿Qué implica?

Cada persona puede reaccionar diferente ante un mismo evento. Incluso, una misma persona puede tener diferentes reacciones ante el mismo episodio traumático. Pueden desencadenarse múltiples reacciones ante la misma situación. Una de ellas sería la disociación.

Sin embargo, tenemos la creencia errada de pensar que una persona ha sido víctima de un trauma solo si muestra signos de lucha, sufrimiento y una profunda afectación emocional.

Es importante considerar que un trauma no es el hecho en sí, sino la conjugación de las circunstancias que vivimos. En otras palabras, es el significado que le otorgamos a los hechos y nuestros recursos psicológicos para afrontarlos.

En este sentido, ante una agresión o situación de riesgo, cada persona activará el mecanismo de afrontamiento que considere mejor. Por ejemplo, podría, entre otras reacciones:

  • Intentar huir si es posible.
  • Luchar si cree que tiene oportunidad de ganar.
  • Asumir una actitud pasiva para intentar reducir el impacto del trauma.

La elección del mecanismo de afrontamiento dependerá de las circunstancias y de las capacidades para adaptarnos a ellas.

Por lo tanto, sería necio pensar que una elección es mejor o más válida que otra. De hecho, la decisión más inteligente desde el punto de vista natural y humano, es aquella que nos permita sobrevivir.

Por ejemplo, asumir una postura pasiva puede salvarnos la vida en una situación de abuso sexual. Pero, desafortunadamente, muchas víctimas experimentan una profunda sensación de vergüenza y culpa posterior al evento.

Y, es esto lo que precisamente representa una carga añadida al dolor emocional que ha generado el trauma. Además, si sumamos la crítica y el cómo nos juzgan por la manera de afrontar el evento, el precio emocional es altísimo.

En definitiva, culpabilizar a las víctimas de agresiones sexuales por no defenderse es un terrible error.

La víctima de “La manada” (ejemplo de caso real)

Un caso muy popular de disociación ante un episodio traumático fue el que sufrió la víctima de “La manada”.

Hablamos de aquella chica que encontró en la disociación la única salida ante la crueldad de un grupo de atacantes. Un grupo de hombres que la superaban en fuerza y número y que, conscientemente, abusaron de ella.

La separación de la realidad en ella, explica la falta de expresiones corporales que evidenciaran el rechazo a lo sucedido. También manifiesta la razón por la cual no se defendió y por qué sus recuerdos sobre esa noche son tan ambiguos.

La falta de conocimiento en el tema hizo que uno de los jueces calificara su reacción como extraña. Asumiendo, de manera errada, que la falta de señales de lucha y/o rechazo suponía un consentimiento implícito de lo sucedido.

Sin embargo, al entender las consecuencias de la disociación, simplemente podemos concluir que esa chica reaccionó como lo haría cualquier víctima de una agresión sexual que no tiene escapatoria. Es decir, al definir que no había escapatoria, para sobrevivir y aliviar el dolor, tuvo que “evitar la realidad”.

Lo peor, es que con el juicio se agravó el trauma de la víctima. Que no solo tuvo que superar el episodio traumático en sí, sino que pusieran en tela de juicio su inocencia. Con lo cual, se reforzó el concepto errado de que solo hay violación cuando la víctima lucha contra sus agresores.

El reconocimiento de ese dolor es muy importante para que la víctima supere el trauma. En junio de 2019, el Tribunal Supremo sentenció a 15 años a los miembros de “la manada” al considerar que si existió agresión sexual.

Tratamiento psicológico de la disociación y sus síntomas

Para abordar el trauma y los síntomas de la disociación, es recomendable hacerlo en tres etapas:

  1. Estabilizar y fortalecer emocionalmente a la víctima.
  2. Procesar emocionalmente los recuerdos traumáticos.
  3. Reconexión y reintegración de la personalidad.

La técnica EMDR (Enlazar a servicio EMDR o artículo EMDR) es imprescindible para ayudar a nuestro cerebro a re-procesar el trauma emocional.

Con este abordaje terapéutico el paciente puede re-procesar lo sucedido e integrarlo en su historia de vida. De esta manera, podrá restarle impacto emocional.

En definitiva, el EMDR está científicamente comprobado. Numerosos estudios respaldan su eficacia y seguridad en el tratamiento del estrés postraumático y la disociación.

Si necesitas un tratamiento para la disociación no dudes en ponerte en contacto con nosotros para ayudarte.

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